La televisión, tiene patrona. Desde el 14 de febrero del año 1958, fecha de un Breve (Clarius explendescit) del Papa Pío XII, en el que se proclamaba a Santa Clara como «Patrona Celestial de la Televisión» (la Carta Apostólica fue publicada en las Acta Apostolicae Sedis de 21 de agosto de 1958, vol. L, págs. 512-513).
Habitualmente los Santos se hacían patrones de un oficio gracias a una mera «cuestión del trámite» consistente en asignar a cada gremio o profesión el patronato de algún santo o arcángel, a fin de «bautizar» al gremio o profesión, o recibirla como propia en la Iglesia católica. El objetivo era sacar los cuartos al oficial por la gloria de su dios.
Algunos ejemplos son el patronato de San Cristóbal respecto de los taxistas, el de Santa Cecilia respecto de los músicos o el de Santo Domingo de la Calzada respecto de los administradores de fincas: patronatos fundados en una conexión «cogida por los pelos» y sin mayor trascendencia.
Pero ¿por qué Santa Clara y no Santa Apolonia o Santa Luz?
En el propio Breve, Pío XII ofrecía con toda precisión el fundamento de la relación entre la televisión y el milagro de Santa Clara, la «Virgen de Asís» compañera de San Francisco.
En efecto, por televisión entiende el Papa, en su Carta Apostólica, «una útil invención que permite ver y escuchar a distancia acontecimientos en el instante mismo en el que ellos se producen, y esto de manera tan sugestiva que se llega a creer que se está asistiendo a su producción» (Pío XII no deja de observar, a continuación, que un instrumento tan maravilloso puede ser fuente de grandes bienes y de profundas desgracias, por la atracción que ejerce en los espíritus, en el interior mismo de la casa familiar).
Por otro lado, el Papa relata en su breve el milagro de Santa Clara en estos términos: «En Asís, una noche de Navidad [la de 1252], Clara, atada a su convento por la enfermedad, escuchó los cantos fervorosos que acompañaban a la sagrada ceremonia –que se celebraba en una iglesia franciscana, situada a cierta distancia del convento– y vio el pesebre del divino niño como si ella estuviera en persona en la iglesia franciscana.»
En resolución: Pío XII sugiere la asombrosa analogía estructural entre la televisión como instrumento maravilloso para ver y escuchar a distancia y en tiempo real los acontecimientos televisados y el milagro de Santa Clara, cuando vio y escucho reflejados al parecer (según algunos testimonios dados en el proceso de beatificación por sor Felipa, sor Balbina, compañeras de Santa Clara) en el mismo muro de su celda las ceremonias que tenían lugar en la iglesia franciscana situada a unos dos kilómetros de distancia del convento.
En consecuencia el Papa, consultada la Sagrada Congregación de Ritos, y tras madura reflexión, proclama, «en virtud del Poder Apostólico, por esta Carta y para siempre, a Santa Clara, Virgen de Asís, Celestial Patrona, cerca de Dios, de la Televisión». Y añade: «Anunciamos, establecemos y ordenamos que la presente Carta sea firme y válida, y que surta todos los efectos en su integridad, &c.».
No hay comentarios:
Publicar un comentario